A estas alturas de la temporada, cuando las plantas de exterior comienzan su etapa de floración y los cultivos de interior sufren las temperaturas más altas del año, es común que aparezcan también las primeras plagas en el jardín, que son particularmente difíciles de combatir precisamente por las elevadas temperaturas, que en la mayoría de ocasiones favorecen su propagación. Nuestras plantas son pues más sensibles que nunca a las plagas de insectos y, más adelante y una vez hayan desarrollado cogollos, de los temibles hongos.
Por todo ello, se trata de una de las épocas del año donde más insecticidas (principios de verano) y fungicidas (finales de verano) se utilizan, pues ningún cultivador quiere ver como sus esfuerzos y dedicación se van al traste por culpa de una plaga. Sin embargo…¿hacemos buen uso de los pesticidas? ¿Cómo podemos limitar su impacto en nuestra salud y el medio ambiente? Este artículo nace de mi propia experiencia durante los años que cultivé cannabis en exterior en el jardín de mi casa, de cómo vi disminuir paulatinamente la fauna en él y, por suerte, de cómo la he visto renacer en los últimos años gracias a un uso más responsable de los productos fitosanitarios.